Este post surgió graciosamente debido a que en mi cuenta de Instagram no tuve suficiente espacio para expresar completamente mi opinión y sentimiento en relación a lo siguiente.
«Las mejores relaciones las cultivamos sin miedo», así destaqué mi frase de hoy.
Esa frase me salió en una de las conversaciones que tuve esta semana. Y es una frase que trato de repetirme algunas veces para aplacar un poco los ‘monstritos’ que me pueden llegar a la cabeza impidiéndome fluir en mis conversaciones sinceras y directas.
Y aunque hay mucha gente con tanta experiencia en diferentes áreas que nos repiten expresiones como “Hagamos las cosas aún con miedo”, y “el miedo siempre está en nosotros”… y tal… siento, sin embargo, el deseo de comentar que así como esas cosas que hacemos a diario nos conectan cada vez con una nueva persona, igualmente los pensamientos que mantenemos constantemente respecto a ella, nos va formando el camino de lo que estamos construyendo. Y en ocasiones no sabemos con exactitud qué es lo que estamos construyendo con alguien (co-creando), pero podemos sentirlo -es decir, vemos que algo va tomando forma- por el efecto que generan las palabras que compartimos mutuamente.
Cada día, un nuevo compartir de opiniones y mensajes siempre nos presenta a un ser con los mismos deseos que nosotros, interpretados, tal vez, de formas diferentes que los hacen únicos. Y esto me recuerda la llamada telefónica de esta mañana, con una enérgica ecuatoriana, quien me compartía sobre cómo hay más éxito y resultados efectivos cuando buscamos construir desde lo similar.
Reflexionabamos en que parece ser más fácil aprender a cultivar desde, por ejemplo, lo que padecemos, sentimos o celebramos por igual. De allí consideré apropiado publicar hoy: “Aprender a comunicarnos más con amor”. Porque expresar palabras desde el amor (que conlleva implícito respeto) es hablar sin miedo. Es saber que aunque todos de una u otra forma tenemos algún miedo – y que éste no es un sentir malo – es mucho más excitante, y talvez transformador, intentar compartir de la vida, las aspiraciones y los deseos en un ambiente amoroso en donde predomine la empatía.
Y esa es la tarea más intensa: identificar ambientes en donde por lo general las personas actúen más conscientes de los actos amorosos y la práctica de la empátia para con quienes se suman a participar. Y resulta que nosotros somos los entes que alimentamos y propiciamos esos ambientes. Tenemos trabajo intencional con ello.
El miedo generalmente nos limita esa capacidad linda que tenemos de conectar con otros para dar vida a ideas y cosas con buenos propósitos. Hay muchos propósitos en la vida -que quisiéramos intentar- que no son para cumplir solos.
Aún con nuestros temores, es necesario permitirnos fluir y dejarnos llevar a conversaciones que parezcan llenas de sentimientos sinceros. Poner el miedo de lado por un momento y dejar que la energía bonita que vaya fluyendo no se entorpezca por nuestros monstruos mentales descontrolados.
Ese es un poquito de mi momento de hoy, corazones de melocotones. Aquí sigo yo aprendiendo a cultivar sin miedo… sin ignorar que soy un ser que siento y que es importante ‘escuchar’ el por qué siento lo que siento. Pero igualmente recordándome que no me cierre a las cosas diferentes por mis miedos infundados en mis desconocimiento.
Somos seres maravillosos. Seres complejamente maravillosos a quienes entenderemos mejor cada vez que nos damos la oportunidad de conectar con lo nuevo cada día y con una mente abierta a reconocer y aceptar las mentalidades diversas que nos rodean.
Ten feliz día.